Cuando hablamos de salud mental no podemos olvidar que el estrés es una parte fundamental. Aunque a veces nos referimos como estrés a esa experiencia de tener que realizar muchas actividades en un corto plazo de tiempo y decimos “tengo mucho estrés en mi vida”, hemos de tener en cuenta que los sucesos estresantes constituyen parte natural de la vida.

Hoy sabemos en salud mental que el estrés está más relacionado con el hecho de percibir que el desempeño de la tarea en cuestión sobrepasa nuestros recursos personales para afrontarla con éxito. Es decir, que la interpretación que cada persona también explica las diferencias en el estrés. Según Richard Lazarus, psicólogo investigador del estrés, consiste en una “especial relación entre la persona y el entorno valorada por la persona como amenazante o gravosa, superior a sus recursos y peligrosa para su bienestar”.

Entre los factores psicológicos que afectan al estrés hay que destacar:

Cómo lo percibimos, interpretamos o valoramos. Por ejemplo si le proponéis un proyecto a un miembro del equipo y lo interpreta como una oportunidad, como un reto puede generar estrés adaptativo ya que sale de su zona de confort y este estrés (eustrés) le ayuda a afrontar el proyecto. Por otro lado si lo interpreta como «otro marrón» que me ha caído…se sentirá frustrado, impotente y ese estrés (distrés) será un obstáculo en cómo gestione el proyecto.

Nuestras actitudes, expectativas y creencias negativas pueden ser un obstáculo para evolucionar y sanar en tiempos difíciles. No es lo mismo el estrés que puede sentir un opositor que tiene que prepararse 85 temas en tres meses que el que experimenta un estudiante frente a un examen sorpresa.

El control. Forma una parte importante de la respuesta a los estresantes físicos. A pesar de que puedan existir numerosos factores estresantes en potencia en nuestro entorno sobre los que no tengamos control inmediato, si cambiamos la forma en que nos vemos a nosotros mismos en relación con ellos, podemos cambiar nuestra experiencia de la relación y, por tanto, modificar hasta qué punto supera o merma nuestros recursos o pone en peligro nuestro bienestar.

Algunos estudios como los de Seligman sobre optimismo y salud explican que no caemos presos del estrés a causa del acontecimiento estresante, sino de lo que interpretamos y manipulamos. Podemos ser más resistentes al estrés si incrementamos nuestros recursos personales mejorando el bienestar psicológico, social y físico.

La propia percepción y la valoración de nosotros mismos representa un papel importante en nuestra capacidad de adaptarnos y responder al cambio, al dolor y amenazas a nuestro bienestar, por eso la mejor vía de que disponemos para responder eficazmente al estrés es comprender aquello por lo que estamos pasando. El primer paso es reconocer cuándo estamos estresados. Si podemos cambiar la forma en que nos vemos, podemos cambiar también nuestra manera de responder a los eventos percibidos como estresantes.

Salud mental y bienestar en las empresas: 4. ¿Qué es el estrés?
https://lnkd.in/dNkrA2n8

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