¿QUÉ CONOCES DE LA DEPRESIÓN?

¿QUÉ CONOCES DE LA DEPRESIÓN?, Centro Óptima

¿QUÉ CONOCES DE LA DEPRESIÓN?

Estamos casi con un pie en  Navidad, ya vemos las luces puestas en las calles, los escaparates decorados, las campañas en televisión para hacer regalos, ya hemos comenzado a comprarlos, nuestra agenda empieza a completarse con comidas de empresa o con amigos… lo que para muchos puede ser motivo de alegría, descanso y encuentros para otras personas es experimentar un sentimiento de abandono, soledad y tristeza.

Cada primer jueves de octubre se celebra el Día Europeo de la Depresión. Este año correspondía al 7 de octubre y según los datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) España es el cuarto país de Europa con más personas diagnosticadas de depresión, la cifra asciende a unos dos millones de personas y en todos los países europeos se sigue el mismo patrón, afecta al doble de mujeres que a hombres.

Para comenzar, vamos a diferenciar entre qué es un trastorno depresivo y la emoción o sentimiento de tristeza, éste último entendido como el sentimiento de tristeza enorme que en algún momento de nuestra vida todos hemos experimentado como por ejemplo cuando hemos vivido una ruptura de pareja o cuando ha fallecido un ser querido. Sin embargo, cuando hablamos de un trastorno depresivo o más coloquialmente una depresión, nos vamos a referir a un trastorno del estado de ánimo, a una tristeza prolongada en el tiempo, más patológica porque es un sufrimiento muy incapacitante y a un conjunto de síntomas que son mucho más agudos. Además, suele tener una cronicidad entre 12 y 24 meses.

La sintomatología depresiva va a afectar a diferentes esferas de la vida de la persona. A nivel cognitivo, existen una serie de pensamientos que se caracterizan por tener un contenido negativo y pesimista, también conocidos como catastrofistas y que versan sobre una/o misma/o, los demás, su entorno y su futuro… es esa sensación de “lo veo todo negro”. Desde aquí se van desarrollando una serie de creencias limitantes y negativas relacionadas con su yo, con su identidad, como por ejemplo: “no valgo”, “soy culpable”, “no merezco ser feliz”, “haga lo que haga nunca es suficiente”… Todas estas manifestaciones derivan en una serie de reproches hacia uno mismo.  Como a esos pensamientos no le podemos dar solución o salida, se vuelven persistentes, como que no puedo dejar de pensar en ellos, repetitivos y es lo que conocemos como rumiaciones. También las funciones ejecutivas se van a ver alteradas, como por ejemplo: falta de atención y concentración, dificultad en la toma decisiones, planificación y observamos fallos en la memoria (olvidan citas, algunos recados, lo que han dicho…)

A nivel físico, la persona con un trastorno depresivo va a presentar una desregulación corporal que se puede manifestar con fatiga, pérdida de peso sin hacer dieta o bien aumento de peso, dificultad para conciliar el sueño o también dormir en exceso, falta de energía y en casos más graves puede derivar en suicidio.

A nivel emocional, vemos la expresión de tristeza como la emoción más predominante, hay una falta de interés o de motivación sobre ciertas actividades o experiencias que solía realizar anteriormente y que disfrutaban con su práctica (es lo que conocemos como anhedonia) o bien no le apetece hacer ninguna actividad (esto se conoce como apatía). También falta de autoestima, autoeficacia y dificultades para relacionarse con sus familiares y seres queridos. Presentan irritabilidad, angustia, ansiedad y sentimientos de miedo, desesperanza, soledad e incomprensión.

Los estudios nos indican que puede haber una serie de factores de riesgo que de alguna manera hacen que una persona tenga más posibilidades de padecer un episodio de depresión, como por ejemplo: el género, los acontecimientos vitales estresantes, las experiencias difíciles durante la infancia, algunos rasgos de personalidad y los diferentes estilos de afrontamiento.  Un factor muy importante a observar e intervenir es la reincidencia de la depresión ya que el 50% de las personas que ha tenido una depresión recaen tras recuperarse de su primer episodio y que la probabilidad de recaer de nuevo, es decir, de tener un tercer, cuarto episodio es del 70-80%. Este factor es muy importante porque se ha visto que el riesgo de cometer suicidio aumenta a medida que aumentan los episodios de depresión padecidos. De ahí que sea de vital importancia la intervención psicológica en el trastorno depresivo para poder prevenirlo, aparte de que la persona pueda retomar su vida y su calidad emocional mejore.

Vivimos en un mundo tan rápido, como en una vorágine, que tomar consciencia de nuestra salud mental parece que no tiene espacio. Sin embargo dedicarnos a cuidar nuestra salud mental es muy beneficioso, por lo que te facilitamos pautas o  factores protectores que nos pueden ayudar ante una situación vital estresante para poder amortiguar el impacto y la aparición de un trastorno depresivo:

  1. Tener buenas relaciones sociales y amistades con las que poder compartir el dolor, el sufrimiento y poder hablar sobre ello.
  2. El sentido del humor.
  3. Conocerse a una/o misma/o también puede ayudar a afrontar esa etapa de tristeza.
  4. Practicar algún deporte o actividad física (y si es en grupo mejor).
  5. Permitirse pedir ayuda psicológica en el caso en el que nos veamos que nuestros recursos no son suficientes.

Si te ves reflejada/o o tienes en el entorno de tus personas queridas a alguna con estas dificultades, consúltanos.  En Centro Óptima nos encantará ayudarte.

Vanesa Gómez Fernández, Psicóloga-Logopeda en Centro Óptima