AYUDA A TU HIJA/O A SER UN ADULTO SANO

AYUDA A TU HIJA/O A SER UN ADULTO SANO, Centro Óptima

AYUDA A TU HIJA/O A SER UN ADULTO SANO

Si eres padre o madre, te interesará saber cómo conseguir el mejor bienestar de tu hija/o sean pequeños o más mayores. Si es el caso, te invito a leer este artículo. De él te llevarás algunas pautas que podrán servirte de ayuda para conseguir una educación y un desarrollo lo más saludable posible para tu hija/o.

Como cualquier padre o madre actúas desde el amor incondicional y te relacionas con tu hija/o de la mejor manera que sabes y puedes. La clave está en esforzarte por mejorar cada día, en permitir equivocarte, cometer errores, aceptarlos y, sobre todo ver que puedes aprender de ellos. En el camino de la paternidad, es importante evitar desanimarse o darse por vencido. Pese a las dificultades que te puedas ir encontrando, siempre podrás encontrar un motivo que te sirva de guía y apoyo en este maravilloso, aunque complicado, proceso de la educación de un hija/o.

Y ahora te pregunto ¿Has visitado alguna vez un lugar en el que no hayas estado durante muchos años, quizá desde la infancia? Antes de la visita, es posible que los recuerdos de las cosas que ocurrieron en ese momento de tu vida sean vagos. Pero cuando te encuentras en ese sitio andando por las calles, teniendo contacto con los olores y los sonidos de ese lugar, puede hacer que todo te vuelva a la memoria; y no solo los recuerdos, sino también los sentimientos que experimentaste en ese momento (pena, alegría, entusiasmo, asco, etc.).

Regresar a ese mismo lugar y encontrarte una vez más en ese mismo contexto hace que ocurra algo increíble. Un fenómeno que aun poniendo todo tu empeño en volver a revivir no podrás conseguir en la misma medida que volviendo a ese mismo lugar. Por esto sabemos que el contexto tiene unos efectos increíblemente poderosos para nuestra memoria. Por ejemplo, cierra los ojos e intenta recordar aquel olor que desprendía el guiso tan rico que hacía tu madre y que te encantaba. Por mucho que intentes traer a tu mente ese olor, no te llevará a revivir experiencialmente ese momento en el que te encontrabas con tu madre cocinando. Sin embargo, un día cualquiera, alguien está cocinando y te viene un olor igual o muy parecido a ese guiso que hacía tu madre. Inminentemente, tu mente te llevará a tu cocina, con tu madre y te invadirá todo un conjunto de emociones y sentimientos que tenías en esos momentos cuando eras pequeña.

Durante los últimos años, los psicólogos hemos investigado y descubierto cómo nuestros estados emocionales pueden tener también estos efectos dominantes en nuestras mentes.  Un estado de ánimo puede funcionar como un contexto interno, del mismo modo que lo hace un lugar, un olor, un sonido, etc., haciendo emerger recuerdos y patrones de pensamientos asociados a momentos en los que teníamos ese estado de ánimo. De esta manera, los pensamientos y recuerdos que tengamos asociados a ciertos estados de ánimo, regresarán de forma automática cuando volvamos a tener ese mismo estado de ánimo en la actualidad. Es decir, cuando ese estado de ánimo vuelve a surgir también lo harán los pensamientos y recuerdos que tengamos asociados a él.

Y ¿Qué ocurre si nuestros anteriores estados de ánimo marcados por sentimientos desagradables o dolorosos como la infelicidad o la tristeza estuvieron evocados por situaciones que, de algún modo, nos llevaron a pensar y a sentir que no éramos lo bastante buenas, que no valíamos para nada o que éramos unos farsantes? ¿Qué ocurre si durante nuestra infancia o adolescencia, un momento en que no contábamos con los recursos vitales de los que disponemos ahora, hubiéramos experimentado sentimientos abrumadores de haber sido abandonados, insultados o maltratados, de soledad o sencillamente de que no éramos suficientes?

Si estas experiencias del pasado constituyen una parte importante de nuestra infancia, es muy probable que los patrones de pensamiento que nos arrastraron a ciertos estados anímicos, la sensación de que de algún modo no éramos lo suficientemente buenos, se vean reactivados en el presente incluso por una sensación pasajera de cierta emoción. Hoy en día sabemos que muchas de las personas que de adultas presentan trastornos emocionales (Ansiedad, Depresión, etc.) han tenido en su pasado este tipo de experiencias desagradables y dolorosas.

Lo curioso es que lo que resulta más perjudicial de estos patrones de pensamiento reactivados es que, ni siquiera nos damos cuenta de que son recuerdos. De manera que vivimos en el presente sintiendo que no somos los suficientemente buenos, sin ser conscientes de que lo que está evocando ese sentimiento es un patrón de pensamiento que pertenece a nuestras vivencias y situaciones del pasado.

Ante esto, ¿Qué medidas podrías tomar para evitar, en la medida de lo posible, que tu hijo/a viva situaciones que le lleven, de algún modo a pensar y a sentir que no es válido o lo suficientemente bueno? ¿Cómo podrías comunicarte y relacionarte con tu hijo/a de una manera lo más saludable posible para él o ella?

Te facilitamos algunas pautas sencillas y útiles que van a servirte de gran ayuda. Eso sí, requieren de esfuerzo, paciencia y dedicación por tu parte. Si logras persistir en su aplicación te aseguro que los resultados merecerán la pena.  Lo importante es perseverar.

  1. Muestra respeto hacia los sentimientos de tu hijo/a. Escúchale atentamente, reconoce sus sentimientos y ponle nombre.
  2. Fomenta la colaboración de tu hijo/a dentro del entorno familiar. Confía en sus propios recursos y capacidades, siempre teniendo en cuenta qué edad tiene y cuáles son sus posibilidades.
  3. Evita recurrir al castigo. Un niño debe experimentar las consecuencias de sus conductas inadecuadas, pero no un castigo. Al castigar estarás privando a tu hijo/a de enfrentarse a sus errores y además, generará sentimientos de odio, rabia, vergüenza, indefensión, etc. Una buena estrategia para no tener que recurrir al castigo es prevenir la situación conflictiva, anticipar los problemas haciendo planes con el propio niño/a, enséñale cómo puede rectificar su comportamiento, exprésale tus expectativas sobre cómo esperas que se comporte, etc.
  4. Fomenta su autonomía. Poner a los niños en una situación de dependencia les genera sentimientos de desamparo, de incapacidad, de incompetencia, de rencor, frustración y rabia. En tu día a día con tu hija/o debes hacerte la siguiente pregunta: ¿Qué puedo hacer en esta situación para fomentar la autonomía de mi hija/o? ¿Debo tomar la batuta rápidamente o, debo fomentar su autonomía? Algunas técnicas para motivar su autonomía pueden ser darle opciones para que escoja, muéstrale respeto por la lucha personal, reduce el número de preguntas que le lances, intenta no darle respuestas precipitadas, permítele ser dueño de su propio cuerpo, anímale a usar fuentes externas de información, intenta mejorar su estado de ánimo incentivándole, intenta no hablar de él o ella con otras personas en su presencia o déjale contestar por sí mismo.
  5. Reduce el dar consejos. Darle consejos puede hacerle sentirse necios (“¿Por qué no se me habrá ocurrido a mi?”), pueden llevarles a rebelarse (“no me digas lo que tengo que hacer”) o a resentirse (“¿acaso se cree mi madre que no lo he pensado yo?”).  Si les permitimos resolver lo que debe hacer por sus propios medios estaremos transmitiéndole la confianza y la seguridad de que tú puedes, ayudando a aumentar su autoestima, su autonomía y a que asuman plenamente la responsabilidad de su decisión.  Esto no significa que tengas que dejar de hacerle caso a tu hijo/a, ya que le haría sentirse herido/a y abandonado/a. Pero entre el extremo de no prestarle atención y el de ofrecer consejos inmediatos hay muchas alternativas a adoptar.
  6. Usa el elogio. Si el entorno familiar aprecia sus cualidades, adquirirán un mejor concepto de sí mismos, tendrán mayores aptitudes para afrontar los desafíos que les presente la vida y se fijaran objetivos más elevados que los que carecen de este estímulo. Pero ¡cuidado!, se debe elogiar correctamente ya que si no conseguiremos reacciones contrarias a las deseadas. Se debe evitar hacer evaluaciones como bueno, malo, bonito, etc.). Lo idóneo es adoptar un estilo descriptivo que sea claro y concreto, ya que éste promueve que sean los propios niños quienes empiecen a elogiarse a ellos mismos. Y a su vez, esto hace que los niños/as sean más conscientes y más apreciativos de sus puntos fuertes. Por ejemplo, si tu hijo te enseña un dibujo que ha realizado en el cole, nuestra tendencia es a evaluarlo diciendo “que bonito”. En lugar de esto, podríamos hacer una descripción de lo que vemos “veo que has dibujado un sol radiante, una casa encima de la montaña y muchos árboles. Aquí has usado colores muy llamativos, etc.). De esta manera, estaremos haciendo que sea el propio niño quien evalúe su obra, llegando él mismo a la conclusión de cómo considera que ha sido el resultado.
  7. Evita etiquetarle. Etiquetarlos de “vago, mal estudiante, nervioso, travieso…” es frecuente. La opinión que tengas de tu hijo/a puede afectar al concepto que construyan de sí mismos. A veces solo basta con una frase, una mirada o un tono de voz para transmitirles lo que se piensa de ellos.  Y no solo condicionará sus sentimientos personales sino también su conducta. Si tu hijo ya tiene puesta una etiqueta, tranquilo. No significa que tenga que interpretar ese papel durante el resto de su vida. También existen técnicas para ayudar a tu hija/o a cambiar  sus esquemas preconcebidos.

El camino no será fácil, habrá momentos en los que no te encuentres con la energía suficiente para mantener la dedicación y esfuerzo que se necesita. Permítete equivocarte, acepta tus errores y conecta con el amor que te mueve y con qué clase de persona quieres que sea tu peque de mayor, eso te dará la fuerza para continuar en estas líneas de actuación.

Si necesitas ayuda, asesoramiento, consejos o pautas de actuación más concretas y personalizadas, en Centro Optima te estamos esperando, porque juntos somos más.

Elena Horrillo Bazán – Psicóloga General Sanitaria

Especialista en psicología infantil y juvenil