¿Va a acabar la COVID 19 con nuestra sonrisa?

¿Va a acabar la COVID 19 con nuestra sonrisa?, Centro Óptima

¿Va a acabar la COVID 19 con nuestra sonrisa?

¿Qué es lo que más echas de menos desde que convivimos con la COVID-19?

Volvemos a encontrarnos viviendo en estado de alarma por la crisis sanitaria derivada de la COVID-19. Mi intención no es abordar ese tema del que ya se han derramado ríos de tinta, aunque sí compartir una serie de interrogantes sobre:

¿Cómo podemos cuidarnos en esta etapa de recogimiento social?

¿Qué echamos de menos como consecuencia del confinamiento?

¿Cómo nos sentimos cuando nos encontramos con hermanas, madres, amigos y personas a las que queremos y no podemos expresar el cariño con el contacto físico?

Hemos perdido la espontaneidad y la proximidad con la que nos relacionábamos, los abrazos, besos y hasta la sonrisa (oculta por la necesaria mascarilla) con la que disfrutábamos de emotivos momentos y experiencias con conocidxs, amigxs y hasta familiares.

Por mi parte siento que esos deseados encuentros se me hacen extraños e incluso violentos cuando ante mis amigas debo permanecer a dos metros, debo renunciar a sentir sus abrazos y besos, siento la ausencia de gestos faciales que facilitan y completan nuestra comunicación, como la sonrisa. Ante todas esas limitaciones nos despedimos sabiendo que nos queremos igual que siempre, pero nos alejamos con sensaciones de vacío, de carencia y desapego. Pues de ese maravilloso gesto tan humano, tan frecuente y con tanta importancia en nuestra vida social, necesito hablarte.

¿Te apetece saber más sobre la sonrisa?

Paul Ekman, psicólogo pionero en estudiar las emociones y su expresión facial, analizó y describió los tipos de sonrisas, entre ellas dos de especial relevancia. A una la denominó sonrisa Duchenne (D) y a la otra sonrisa no-Duchenne (no-D), en honor a este anatomista que describió la actividad del músculo orbicularis oculi que rodea los ojos.

En los dos tipos de sonrisa se contrae el músculo cigomático mayor, que eleva la comisura labial. Entonces, ¿en qué se diferencian? La diferencia radica en que en la sonrisa D también se contrae el músculo orbicularis oculi. Al contraerse ese músculo la parte superior de la mejilla se eleva, el párpado inferior se contrae dando lugar a una pequeña bolsa, y lateralmente se forman unos pliegues (las temidas patitas de gallo).

La sonrisa D es más espontánea, es el gesto que brota cuando nos encontramos con las personas a las que queremos o cuando jugamos con nuestros niños. La sonrisa no-D, es un gesto de cortesía social como el que recibimos al entrar en cualquier comercio por parte del dependiente. Por tanto la recibimos sin carga afectiva, es intencionada y viene a ser como un lubricante de las relaciones sociales.

Aunque en estos momentos ambas brillan por su ausencia (por lo menos para el receptor de la comunicación), la que más anhelo es la sonrisa D por contener emociones de alegría, gozo, cercanía, apertura y buena disposición.

 ¿Desde cuándo el ser humano o su antecesor expresaba este gesto?

Según Dacher Keltner (psicólogo investigador, 2009) se puede ilustrar su origen asociado a la aparición de las primeras emociones y su correlato gestual en los primates como gesto de apaciguamiento.

 ¿Qué relación podemos encontrar entre la comunicación, las emociones y la sonrisa?

En la comunicación participan las palabras, su ritmo, el tono de voz y los gestos. Sobre los gestos algunos autores hacen recaer hasta el 60% del peso de la comunicación. Y detrás de estos gestos están las emociones, de forma que quien sabe, quien se da cuenta en cada momento de en qué estado emocional se encuentra, domina la parte más importante de la comunicación humana.

Además según Roberto Aguado (psicólogo, 2019) “La emoción es quien regula nuestras constantes vitales (respiración, latido cardíaco, tensión arterial y temperatura corporal)”. En su modelo de inteligencia emocional la sonrisa como gesto facial, está relacionada con cuatro emociones básicas: alegría, curiosidad, admiración y seguridad.

Varios estudios relacionan la sonrisa con la felicidad y el bienestar que transmitimos en cada momento. Es también facilitadora de las relaciones humanas, contribuyendo a un manejo de emociones desagradables como el enfado o el miedo de forma adaptativa.

Entre los estudios encontrados que demuestran la relación entre la respiración y nuestras emociones aparecen conclusiones tan interesantes como el efecto apaciguador de la regulación de la respiración nasal enlentecida sobre la mente a nivel cognitivo y emocional.

¿Sabías que las emociones se contagian? Pues así es. Por lo que si en el curso de tus relaciones interpersonales tienes la intención de contribuir a que sea un encuentro agradable o influir en la otra persona, sitúate en una emoción de seguridad, admiración o alegría y acompáñalas de sonrisas, lo que facilitará apertura y buena disposición por parte de la otra persona.

¿Sientes curiosidad por conocer algunos de estos estudios?

Según el estudio de Fredrickson y Levenson (1998) la sonrisa (D) tiene consecuencias en el estado fisiológico de la persona que la muestra, produciendo una elevación de la actividad del sistema nervioso parasimpático, es decir, tiene una influencia calmante y reduce el estrés.

¿Cómo podemos cuidar nuestra salud, mejorar nuestra Calidad de Vida y alcanzar la felicidad durante esta crisis sanitaria COVID-19?

En la consulta de psicología de Centro Óptima, en la que desarrollo mi labor como psicóloga sanitaria, con frecuencia me sorprende la creencia de la mayoría de la gente que sigue considerando que mente y cuerpo son dos realidades o dimensiones diferentes de la persona, que ambas coexisten, pero que cada una va por su lado y que poco tienen que decirse la una al otro y el otro a la una.  Por el contrario los estudios neuropsicológicos están demostrando que entre mente y cuerpo se produce una comunicación bidireccional (aferente y eferente), es decir, nuestra mente interpreta momento a momento qué expresa la cara y el cuerpo y éste alberga qué piensa y siente nuestra mente. Lo que abre la posibilidad a intervenir desde el cuerpo sobre los estados de ánimo con cambios posturales.

Por ejemplo varios estudios evidencian que cuando sentimos preocupación o miedo el cuerpo adopta una postura encogida con los hombros contraídos. Y cuando el cuerpo está en esa postura encogida, o sumisión pueden verse afectados algunos procesos cognitivos como la atención, la memoria y puede aumentar el “sesgo negativo” (de todo lo que sucede, nos fijamos más en las cosas negativas que en las positivas).

De ahí la  importancia de mejorar las conexión mente-cuerpo para que la primera sea consciente de las sensaciones físicas, las posturas y las emociones. Para ello es muy recomendable el entrenamiento con ejercicios de Mindfulness como el escaneado corporal o la Atención Plena a las emociones.

Y llegados a este punto…

¿Qué podemos hacer para cuidarnos?

La afirmación “Sí” durante nuestra comunicación está determinada de manera casi genética a una sonrisa. Si dices muchas veces “sí” tu cerebro se llena de serotonina y dopamina.

La sonrisa es una expresión facial que transmite afecto, amabilidad, amistad, cariño, apertura, cooperación afectuosa, compasión y aceptación. La persona que expresa su emoción con este gesto puede contagiar a la receptora de esa misma emoción.

  • Observa la respiración, las sensaciones físicas y las emociones con Atención Plena o Mindfulness y aprender a respirar por la nariz más lento.
  • Sonreír, sonreír y sonreír porque beneficia a quién la ofrece y a quien la recibe. En ocasiones son fugaces, pero su recuerdo puede perdurar toda una vida.
  • Agradece y sonríe por lo que haces, por lo que tienes y sobre todo por lo más esencial, por lo que Eres.

La sonrisa ayuda a gestionar el estrés. Vamos a contagiarnos, produciendo una nueva pandemia… de Sonrisas.

Amalia Ortega García

Psicóloga, Pedagoga y Especialista en Mindfulness y Desarrollo Personal